En la Argentina se sancionó recientemente la Ley de Teletrabajo: una ley controvertida tanto por su contenido como por la forma en que fue tratada. ¿Cuáles son sus pros y sus contras? ¿Alienta el teletrabajo post-pandemia o lo limita?
La implementación del teletrabajo se vio acelerada a causa del aislamiento social preventivo y obligatorio frente al COVID-19. Si bien esta modalidad de trabajo era utilizada desde hace más de diez años en el país, con su masificación quedaron expuestos algunos interrogantes y vacíos legales que el Congreso intentó saldar.
Sin embargo, algunos especialistas afirman que se trata de una ley bastante rígida y anclada al pasado, en la que no se dio lugar al debate necesario ni se consideraron las modificaciones propuestas por todos los sectores involucrados.
¿Por qué es necesaria una regulación?
El teletrabajo tomó a muchos “por sorpresa” a causa de la pandemia y obligó a las empresas a reorganizarse de forma inesperada y con recursos reducidos. Tiempo después, resultó necesario establecer ciertas normas, ya que muchos límites del home office no estaban del todo claros.
En este sentido, la ley establece que los trabajadores bajo esta modalidad dispongan de los mismos derechos, obligaciones y remuneraciones que las personas que trabajan presencialmente.
Por otro lado, la provisión del equipamiento e insumos de trabajo dependerán del empleador, así como los costos de instalación, mantenimiento y reparación de los mismos. Parte de los gastos de conectividad y servicios que utiliza el empleado para trabajar desde su hogar también deben ser costeados por la empresa.
Un punto importante de la ley refiere al “derecho a la desconexión”, el cual implica el cumplimiento de una jornada laboral pactada previamente y la imposibilidad de requerir tareas fuera de dicho horario y durante los períodos de licencia. También exige que los empleados que tengan a su cargo el cuidado de menores, personas con discapacidad o adultos mayores, puedan compatibilizar sus horarios con estas tareas.
Una ley que no contempla todas las realidades
Sin embargo, no todos están conformes con la ley aprobada. Como es sabido, la relación laboral implica actores diversos y no todos los empleadores poseen la misma dimensión ni las mismas posibilidades.
Uno de los puntos más criticados tiene que ver con que, según la ley, el cambio de trabajo presencial a teletrabajo deberá ser bajo la voluntad del empleado (salvo casos de fuerza mayor). Esto atenta contra la potestad de la empresa de decidir y dirigir su organización y funcionamiento.
Por otro lado, este cambio de modalidad podría ser revocado en cualquier momento de la relación laboral. Una cuestión al menos confusa: ¿Acaso las empresas deben disponer de espacios físicos por si los trabajadores deciden volver a trabajar presencialmente?
Todo ello, sumado a un intento bastante forzado de “encajar” esta forma de trabajo en los parámetros laborales tradicionales, ponen en duda la continuidad del teletrabajo post-pandemia e, incluso, la contratación de nuevos teletrabajadores en momentos tan adversos.
¿Acaso las empresas deben disponer de espacios físicos por si los trabajadores deciden volver a trabajar presencialmente?
Entonces, ¿nos conviene seguir teletrabajando o no?
Como toda ley, quedará sujeta a su reglamentación por parte de los organismos ejecutivos y a las posibilidades reales de implementación.
Muchos trabajadores refieren estar conformes con esta forma de trabajar: según una encuesta realizada por la Universidad Abierta Interamericana (UAI), el 63,7% de las personas que comenzaron a realizarlo durante la cuarentena afirman que se trata de una experiencia tan buena como imaginaban.
Lo cierto es que el teletrabajo hoy ha evolucionado hacia una forma de trabajo mucho más flexible, hiperconectada e inmediata, que se mide por resultados y requiere marcos legales modernos e innovadores.
Pero también necesitamos medir esos objetivos por tiempo, porque el trabajo es parte de la vida pero no puede exigirnos una disponibilidad permanente. Y esto corre tanto para trabajadores como para empresarios.
Por eso, les dejamos un buen consejo: las herramientas digitales, como Fichap, nos permiten registrar la jornada laboral, interactuar con el equipo y visibilizar el funcionamiento de la empresa con reportes periódicos que nos ayudan a mejorar. Estos sistemas son nuestros mejores aliados y, más aún, en tiempos de teletrabajo.
By — Lucas Mailland